sábado, 10 de septiembre de 2016

Realidad?

¿Realidad es lo que vemos? o más bien lo que sentimos. Será que a lo mejor es lo que imaginamos o pretendemos. ¿Cuántas realidades podemos tener? La que palpamos o la que al extender el brazo, tratamos de alcanzar. ¡Mi realidad es totalmente otra!
Mis ojos perciben figuras y sombras que, al menos la realidad de los otros, no están ahí. Todo comenzó cuando aún era un infante, ahí acostado en mi cama al despedir de mi madre cada noche, ellas llegaban. El primer sentimiento, y ahora lo entiendo, fue miedo. En ese entonces solo era un dolor de estómago que subía y bajaba al paso de las sombras y se calmaba al salto de las figuras. Y con el paso del tiempo servirían para conciliar el sueño, y más adelante me proveían de la seguridad de sentirme que seguía vivo.
El miedo, dolor y angustia me hacen acordarme que lo que veía era mi realidad y que aún respiraba. Al menos de eso no moriría y hasta ahora no he muerto. Seguramente cuando deje de sentirlos, ya no pertenecerá a la realidad de los demás. Quiero pensar que al morir o más bien al no ser ya más visto por otros, únicamente lo que estará en mí será esta realidad y sentimiento que no comparto, queriendo siempre pensar que será eterna, aun cuando mi cuerpo deje de serlo, pasando a ser alojado en otra cosa.
Mi vida es muy normal, en la realidad que sí comparto. Rutinaria agonía que día a día sufro, hasta el caer de la noche, soledad taciturna que además de proveerme de paz, me lleva a esta realidad que anhelo algún día solo exista. Así escribiendo esto ahora me caigo en un hoyo abismal desconociendo su final. Realizo que prefiero no conocerlo ¿para qué? con nada que anticipar solo me resta esperar y seguir cayendo.

Seguir fingiendo una normalidad falsa, un ser que no existe en mí. Con qué facilidad puedo engañar y actuar la realidad de los demás. Obligación de sentir aceptación, fingir a plena luz del día y regresar a mí en la oscuridad de la noche. Cerrar los ojos para poder ver, admirar este mundo que he construido y seguir tejiendo entrelazando la perfección anhelada; poniéndolo en pausa al abrirlos regresando a la ceguera de la realidad compartida. A ese mundo compartido que no es mío, al no anhelar nada en él y no interesarme su evolución resbala de mí, aferrándome más al otro y anhelando poder cerrar los ojos eternamente. Así no pausar nunca más, no esperar para poder crecer y ser feliz en un lugar solo mío. Sin interrupciones ni contratiempos tejer y tejer mi destino sin compartir, sin fingir y sobretodo sabiendo que lo que veo es real.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Mi reto, tu vida.

Todo lo que me invade del comportamiento de otros, esto que en realidad es un reflejo de mis más grande miedos. A vivir en plenitud o fracasar, sin importar cuál. Un enojo, un grito o un reclamo que sale de mí, haciendo un viaje desde lo más profundo y sordo de mi interior hasta o más externo y peligroso.

Así es como tu vida se presentó sin avisar, improvisando ante la puesta en escena de la misma realidad que baña nuestra visión de situaciones. Solo al mirarte mi alma estremeció al punto de sentir acalambrar mis piernas, quedando sin fuerza para mantenerme de pie. Un reto único, obstáculo que repite y repite sin importar las veces saltado, reapareciendo ante mí de manera sistemática y constante, como juego mecánico interminable diseñado con el único fin de mantenerme dentro, una entrada sin salida y sin descanso. Eso eres para mí, siempre un reto, una pared alta y lisa, que al ser escalada, emerge doblando su altura. Espejo de mi ser y de mis temores más profundos así como el amor que te profeso.

 Un reto divino a la vida, puede ser la mía o la tuya qué más da, en realidad no me importa. Siempre que siga este fuego por dominar, combustible de mis pasos y oxigeno de mi respiración. Quiero que seamos felices, quiero que estemos bien y juntos. Sin separarme de ti ni un solo día, para ver y sentir. Para enojarme y volver a la calma. Para sentir miedo acobijándome en ti y saber que todo estará, bien o mal.

Enseñarte a vivir, lo mucho o poco que mis días me han mostrado. Que puedas ver cómo me equivoco y reflexiono. A caer y levantarnos más fuertes, mas unidos. Que sepas y a la vez saber que estaremos el uno para el otro, ahora y siempre. Dos vidas entrelazadas retándose, reflejados en uno en el otro con una simple mirada, una palabra o el más mínimo contacto.


Eso es ahora mi reto, superar mis miedos y encaminar tu vida.